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Primera publicación del texto de esta página sobre www.eautarcie.com: diciembre 2003
La adaptación hispana del texto original y primera publicación de este pagina sobre www.eautarcie.org: 2011-09-04
Actualización: 2017-02-23
Las soluciones técnicas propuestas en el sistema « EAUTARCIE » están tan simples, tan elementales, que lxs lectorxs pueden preguntarse legítimamente si las investigaciones son suficiente ahondadas...
Por otro lado, más y más familias eligen este sistema y se quedan satisfechas. Lo que me vale un correo abundante de parte de lxs lectorxs del sitio “EAUTARCIE”. Y sólo es gracias a esto que me di cuenta que detrás de la simplicidad del sistema propuesto, las teorías científicas pueden aparecer complicadas, incluso para lxs especialistas.
Lo que me diferencia de lxs otrxs es que mi manera de investigar es multidisciplinaria.
Soy de la categoría de lxs científicxs que no se cierran a sus dominios de conocimientos, y prefiero tener una visión global que pertenece a distintos sectores científicos. Es una elección poco comuna al final, y a veces, despreciada. Pero, no me quejo, sino el contrario. Para mí, unx especialista sólo conoce un campo estrecho de conocimientos. A menos de que sea un genio universal, nadie puede sobresalir en todos los dominios científicos. La mayoría de los problemas concretos de la vida no dependen de la competencia de unx solx especialista, sino de varixs. A lo largo de mi larga carrera, me di cuenta que perdemos muchas soluciones interesantes al cerrarse en su área de especialización. Es por eso que me he esforzado a desarrollar una actividad complementaria a la de lxs especialistas.
El hecho de ser excluido del circulo de lxs especialistas, y de ser privado de haciendas ofertas por parte de lxs decidorxs políticxs, académicxs y industriales tenía varias ventajas:
A lo largo de mi carrera, pude constatar la eficacia de esta manera de estudiar, liberado de las coacciones. La mirada del non-especialista sobre un problema, con una mirada exterior y nueva, lejos de las ideas admitidas por todxs, con conocimientos útiles en una seria de otros dominios que lxs especialistas no tenían. Este método me permitió descubrir evidencias escondidas por estas ideas preconcebidas, o dogmas científicos dominantes.
Por supuesto, tengo el derecho de equivocarme, como todo el mundo. Sin embargo, al contrario de lxs otrxs científicxs que trabajan por la cuenta de unas empresas, o laboratorios, o por algún programa político, el hecho de trabajar más libremente me permitió seguir mi propia intuición, que se revela muy a menudo la mejor vía.
Al final de mi carrera, cuando era profesor, invitaba mis estudiantes a guardar los ojos de niñx, como cuando ignoramos todo de un problema científico. No se cree que sea algo fácil, especialmente cuando somos sabixs. Afortunadamente, yo no lo era.
El inconveniente mayor de mi elección era de ser privado de medios para difundir mis conocimientos adquiridos. Los resultados de mis obras y los que implican molestan a distintos niveles:
Entonces, podemos entender la indiferencia total de lxs decidorxs políticxs y económicxs con respecto a mis obras. Hasta hoy, ninguna autoridad política, administrativa o asociación para la salvaguardia de la biosfera no ha imaginado que pudiera ser útil de, por lo menos, examinar mi trabajo y ayudarme a mejorar el servicio prestado a mis correspondientes. Ni siquiera pienso en cualquiera ayuda para difundir las ideas que defiendo.
Desde el final de los años 1950, me pregunté mucho en cuanto al porvenir de nuestro planeta. Frente a la euforia general de la ciencia de la época, sentía como una molestia indescriptible en respecto al desarrollo técnico que acaparaba, sin miramiento, todos los recursos disponibles. No era de acuerdo con mis colegas que pensaban que la ciencia puede resolver todos los problemas de la humanidad.
No era fácil encontrar mi vía. Durante los primeros años de mi carrera, no sabía lo que tenía que buscar. Como todo el mundo, me esforzó de publicar cualquier cosa, incluso cuando no tenía nada que decir. El objetivo era de cumplir mi currículo vítae. No hacía más que imitar mis patronxs científicxs. Pero cuando examinaba la carrera de estxs mismxs grandes científicxs, me quedaba a veces decepcionado: varios textos y publicaciones, pero pocas novedades, ni ninguna idea original. Al final, era una seria de publicaciones siempre sobre el mismo tema.
Entonces, era feliz de irme en África tropical para tomar distancia respecto a esas preocupaciones. Es ahí que descubrí brutalmente la realidad de los problemas de agua. Tenía que descubrir mi vía instintivamente.
Durante las lluvias tropicales a cántaros a Lubumbashi (antiguo Zaire), durante varias semanas, los grifos eran desesperadamente secos. La idea de recuperar el agua de lluvia para el uso doméstico se volvió indispensable. Fue el punto de partida de una investigación científica a la cual consagré los treinta últimos años de mi carrera.
A lo largo de su ciclo natural, es cuando el agua cae del cielo que, de lejos, se queda la más limpia. Teniendo en cuenta la contaminación generalizada, es fácil de adivinar que, en los próximos decenios, la única fuente de agua pura, disponible para todos, va a ser el agua de lluvia.
Otro descubrimiento, no muy sabio, pero que parecía escapar a mis colegas, era de constatar que el agua recuperada en una cisterna de hormigón (concreto) era de mejor calidad para los usos corrientes, que el que llega a los techos. Cuando mis colegas hablaban de agua de lluvia, se referían siempre al agua cosechada en las estaciones meteorológicas. Esta agua no me interesaba: era ácida y sin sales minerales. Una cisterna en hormigón (concreto), piedras o en albañilería, contenía siempre una agua químicamente neutra y un poco mineralizada: justo suficiente para quedarse dulce, con poco calcáreo.
Después haber eliminado las bacterias, podíamos obtener una agua potable de alta calidad. No sospechaba todavía lo que estaba haciendo; estaba pisoteando los arriates de la industria del agua. De manera ingenua, creía que sólo tenía que presentar mis resultados analíticos para que admitan el sistema de micro-filtración del agua de lluvia. De hecho, proponía una agua potable de alta calidad para un precio 10 veces inferior que la que se vende en botellas [1]. El debate de lxs ecologistas sobre las botellas con vuelta estaba resuelto: no más contaminación con los envases de plástico, ni por el transporte, tampoco por limpiar las botellas.
Era sin contar con la resistencia de los monopolios del agua potable. A falta de no poder negar los hechos analíticos, para hacerme callar, me contestaron con este concepto viejo del fin del siglo 19; el higienismo. El higienismo es la base de toda la medicina científica actual. Podemos resumirla en dos puntos:
Necesitaba examinar las verdaderas bases científicas de esta visión.
De formación electro-química, me dirigí entre el electro-químico y la biología. Así, descubrí la existencia de la bio-electrónica. Este corriente fue elaborado en los años 1950, por el francés Louis-Claude Vincent. En esta época, todavía no sabía que la bio-electrónica Vincent (BEV) era una ciencia « maldita ». Son mis colegas de la Facultad de Medicina que me lo recordaron, precisando que era una « pseudo-ciencia », sin fundamentos serios. Del otro lado, aprendí también que durante más de 20 años, la BEV era presente en los hospitales de Francia, que era una práctica aceptada y que algunos médicos siguen usarla.
Intrigado por esta contradicción, me puse a estudiar las bases científicas de la BEV. Mi primera intención era de erradicar una costumbre sin fundamentos científicos. No era difícil de localizar el origen del problema: la noción de actividad electrónica, expresada por el rH2. Después de haber reunido todos los datos disponibles, tenía la intención de redactar algo para mostrar que la BEV era falsa. Para eso, tenía que entender el pensamiento de Louis-Claude Vincent. Entonces, después de haber eliminado todos los errores de formulación, quería elaborar una demostración científica para derribar esta teoría. Pero, la examinaba, y cada vez más me di cuenta del carácter genial de su pensamiento. Si no era sin fundamentos, abría también a muchas aplicaciones en biología, medicina y electro-química, y era muy digna de interés.
Feliz de este descubrimiento, redacto efectivamente un artículo para la revista « L'actualité chimique » de la Sociedad Francesa de Química de la cual formaba parte. En este articulo, reclamaba la rehabilitación de la noción de rH de Clark, noción enterrada por la « American Chemical Society » en 1924, por algo parecido a un juicio de inquisición científico. Mirándolo, Vincent y su BEV eran, sin saberlo, las víctimas tardías de este proceso.
Gracias a la BEV, acabé comprendiendo que, al final, la formación de los compuestos órgano-clorado (a menudo tóxicos) como consecuencia de la desinfección del agua por el cloro, era un aspecto menor de los perjuicios de este biocida. La modificación de la actividad electrónica provocada por el cloro es el origen de una serie de lentas alteraciones de la salud. Entonces, Vincent tenía razón afirmando el carácter dañino e insidioso de los tratamientos oxidantes del agua. La desinfección química era justificada sólo en los casos de distribución por la red pública (aunque conocemos algunas ciudades con una gestión centralizada que no está desinfectada con cloro...). La situación es distinta en cuenta la valorización del agua de lluvia. Desde el punto de vista químico y físico, el agua de lluvia almacenada en una cisterna, y sin cloro, era perfecta. Sólo teníamos que eliminar las bacterias, sin tratamiento químico, sino con una simple filtración.
Desde el punto de vista químico y físico, el agua de lluvia almacenada en una cisterna, y sin cloro, era perfecta. Solo teníamos que eliminar las bacterias, sin tratamiento químico, sino con una simple filtración.
Varios años después mi regreso de África en Bélgica, en 1989, estuve responsable de la comisión gubernamental de las aguas de la Región de Walonie. El papel de esta comisión era supervisar la legislación de las aguas, y yo representaba los Amigos de la Tierra Bélgica (el ONG Friends of the Earth). Entonces, podía enfocarme en los problemas de agua en mi país. Y esta comisión fue creada para resolverlos. Las universidades fueron movilizadas para encontrar soluciones a estos problemas de abastecimiento en agua para las poblaciones y encontrar una solución para tratar las aguas residuales urbanas. La Walonie (3,2 millones de habitantes) estaba a punto de invertir casi cinco mil millones de euros para el saneamiento.
Entonces, veía el momento de proponer soluciones simples, baratas y eficaces. El sistema PLUVALOR podía suministrar una agua de alta calidad, y a la vez, conservar las reservas de agua. El tratamiento selectivo de las aguas grises podía responder a una necesidad de saneamiento en las zonas rurales y los barrios periféricos con viviendas familiares.
Era muy contento de presentar estas soluciones a la Comisión, con un cálculo aproximativo de economías. Proponía una reducción del 60% al 75% de de la superficie de las zonas de depuración colectiva. Las economías se cifraban hasta varios mil millones de euros. Además, la generalización de la valorización integral del agua de lluvia según el sistema PLUVALOR, el consumo urbano de agua hubiera podido bajar hasta el 40%, ipor lo menos! Mejorando de la calidad de agua, podíamos esperar también una reducción de gastos para la salud.
Pero, el resultado lo más espectacular hubiera sido a nivel medioambiental. Los pequeños ríos, contaminado por las zonas de viviendas familiares son ahora un desagüe abierto. Con la generalización del sistema TRAISELECT, hubiéramos podido volver a la pureza original de estos ríos en menos de dos años. En Walonie, hubiéramos podido volver a pescar la trucha y el salmón en casi todos estos pequeños ríos. Los beneficios del sector turístico hubieran podido aumentar.
Después de exponer estas técnicas a la Comisión de las Aguas, era curioso de ver cambiar la posición de lxs representantxs de las empresas de agua: antes mi exposición, tenían un discurso alarmante en cuenta a las reservas de agua potable, amenazadas de agotamiento. Pedían a la Comisión de las Aguas unos medios para proteger estas reservas. Pero, cuando propuso soluciones de recuperación de agua de lluvia, estxs mismxs señorxs declararon que « hay bastante agua en Walonie, que es de buena calidad y que no es necesario recuperar al agua de lluvia ». Se apresuraron de admitir que « el uso domestico de agua de lluvia es peligroso para la salud ».
Y en cuenta a la proposición de tratamiento selectivo de las aguas grises, fue también muy mal acogido. Las empresas de distribución, las empresas de depuración, las administraciones públicas, lxs especialistas en genio sanitario, etc... Nadie en la Comisión de las Aguas parecía interesado.
Aunque no tenían un argumento científico valido, podía entender las reacciones de los miembros influyentes de la Comisión, ingenierxs en genio sanitario para la mayoría. De hecho, decir a unx especialista quien se ha dedicado durante toda su vida a depurar las aguas, que, para proteger el medio ambiente, no es bueno depurar, es, por lo menos, frustrante. Es normal que no querían admitir que todo el genio sanitario es basado sobre un dogma científico contestable, es decir: para bien proteger el medioambiente, las aguas residuales urbanas tienen que ser depuradas, cueste lo que cueste.
Entonces, examinar mi posición pedía una cierta abertura y flexibilidad... No obstante, es bastante simple: si el punto de partido es la finalidad del tratamiento de las aguas, no es la depuración, sino la protección del medioambiente, descubrimos el carácter nocivo de la depuración clásica de las aguas urbanas. Afortunadamente, intenté por lo menos abrir un debate científico, pero no hay peor sordos a lxs que no quieren escuchar.
Para entender este idea, hay que medir el balance de nitrógeno de la depuración y medir sus impactos medioambientales sobre la biosfera. La depuración clásica destruye la materia orgánica nitrogenada por el fenómeno de oxidación biológica. Entonces, libera el nitrógeno que sale como nitrato. Las aguas depuradas y sobre todo, los barros de depuración llevan a los nitratos acabando en la naturaleza. La depuración terciaria (desnitrificación y desfosfatación) sólo trabaja con un décimo de la cantidad de nitrógeno que entra en la estación de depuración. La depuración clásica no hace nada más que de transformar una materia orgánica utilísima para la biosfera en contaminación por los nitratos.
Al final, no es la contaminación por nitratos que es lo más grave, sino de sustraer la biomasa fecal del ciclo natural del carbono, del nitrógeno y del fósforo. La cantidad de biomasa fecal humana (incluido la orina) es enorme. Su contenido nitrogenado representa una cantidad equivalente a casi la mitad del nitrógeno que se usa en la agricultura. En un mundo sobre-poblado en el cual las tierras agrícolas se degradan y desparecen porque no hay bueno aporto en materia orgánica, no nos podemos permitir el lujo de destruir la biomasa fecal humana, con el pretexto de depuración.
Supongo que el hecho de proponer alternativas tiene que asustar. Aplicar el principio de la SSB o servicio seco bio-controlado aparecia impensable. No obstante, se puede transponer en las viviendas, incluido en las ciudades. Pero, escuchando la palabra servicio seco, los oídos se cierran y no se puede explicar las técnicas. Es una pena, porque los resultados hubieran sido inmediatos y espectaculares:
Claro que no pedía de seguirme con los ojos cerrados y cambiar toda la política del agua. Lo que quería era que examinen mis proposiciones y que las proben intentando algunas experiencias pilotas.
Es cierto que mis investigaciones acusaban más de una certeza del genio sanitario. Otro punto importante que descubrí era de constatar - y sobre todo de recordar – un hecho analítico conocido: las técnicas de rechazo de las aguas en los ríos tienen un impacto medioambiental gravísimo. Cuando infiltramos estas aguas en el suelo, es un impacto positivo.
Entonces, estuvo en frente de una seria de ideas preconcebidas, sin ningún fundamento serio. Según una de estas ideas, lo más depuramos, lo más protegemos el medio ambiente. Pero cuando medimos los impactos medioambientales del tratamiento de las aguas, es el contrario que se verifica: lo más depuramos, lo más contaminamos y destruimos el medio ambiente. Esta afirmación puede aparecer absurda a los técnicos de la depuración. Sin embargo, merece la pena de ser examinada experimentándola de manera bastante simple. Sólo hay que hacer el balance nitrogenado de la depuración de las aguas residuales urbanas. La cantidad de nitrógeno en estación de depuración es de 100%, entonces, hay que medir el porcentaje de nitrógeno desnitrificado; el que sale con los aguas depuradas y el que se queda en los barros de depuración. Hay que seguir el balance: estos barros se usan después en la agricultura. Al final, la mayoría del nitrógeno que entra en las estaciones de depuración se encuentra después en la naturaleza, como nitratos contaminantes [2].
Para realizar el daño de la depuración, hay también que darse cuenta de la perdida de la materia orgánica (o sea, de potencial humus), con el pretexto de depuración. Desafortunadamente, lxs técnicxs en genio sanitario no conocen el proceso de transformación de la materia orgánica en humus estabilizado en el suelo. Otra idea, totalmente falsa, es de admitir que para formar el humus, se puede introducir solamente la materia orgánica en el suelo.
Lxs que no quieren entender mi reflexión pretenden que me gustaría sustituir todos los W-C con cisterna con letrinas de compost. Por supuesto, no es la verdad.
No obstante, la idea de evacuar nuestras deyecciones con agua y depurar las aguas fecales es una técnica que no es sostenible para nada.
Eso, lo sabia hace más de 30 años. Pero, en esta época, me parecía totalmente utópico, y sobre todo, incompatible con la modernidad. Era mi conclusión, después de haber examinado los servicios secos comercializados. Además, llego a otra conclusión: los servicios dichos escandinavos, con una separación de las orinas y de las heces, contaminan igual que los servicios con cisterna. La única ventaja que tiene sobre los servicios clásicos es de no rechazar las aguas depuradas en los ríos. Por supuesto, nadie quería entenderlo, ni lxs fabricantes de servicios secos, ni lxs « ecologistas intelectuales ».
De una manera complementaria, también descubrí que la depuración de las aguas fecales con plantas no arreglaba los problemas del uso de W-C con cisterna. Así, además de enemistarme con lxs industriales del agua, me enemisté con lxs defensorxs del medio ambiente... Este debate no está a punto de acabarse: se puede ver que en todas las páginas web de saneamiento dicho « alternativo », sin excepción, se encuentra en todos casos las palabras « servicios secos » y « depuración con macrófitos ».
Eso es un error con consecuencias graves, porque, desde que aceptamos el uso de los servicios secos, la depuración de las aguas grises con plantas no sólo es inútil, pero es dañino para el medio ambiente.
Y en cuenta a los impactos medioambientales de la depuración con macrófitos, sobre todo en, las regiones las mas secas, estas técnicas un suicida.
Como solución alternativa, propongo la aplicación generalizada del principio de la SSB. Consiste a tratar de manera separada las aguas grises y producir aguas fecales muy concentradas. Estas aguas negras tienen que ser tratadas conjuntamente con residuos celulósicos vegetales, y la parte orgánica de los residuos urbanos. Es lo que tenemos que hacer si queremos reconducir las actividades domésticas en el ciclo del carbono, del nitrógeno y del fósforo. Este operación no costa más que la depuración actual y puede proteger el medio ambiente de manera muy eficaz.
Insisto sobre el hecho que se puede hacer en los centros urbanos, incluso los más importantes. No se trata de imponer letrinas a todo el mundo.
Al principio de los años 1980, mi discurso sobre la idea de eliminar la cisterna de los servicio hacía gracia. Mi primera conferencia sobre este asunto se acabó en hilaridad general. El público ha necesitado 25 años para tomar en serio la idea. En cuenta a lxs políticxs y lxs técnicxs en genio sanitario, necesitarían 50 años o más...
Si algunxs piensan que soy el inventor de las SSB, creo que este tipo de aseo existía desde hace mucho tiempo. Sólo digo que descubrí el principio de su funcionamiento: no hay olores porque las reacciones enzimáticas se quedan bloqueadas gracias a la celulosa vegetal. Técnicamente, es simple, pero científicamente, es complejo. Es la primera etapa de la formación de los ácidos del humus.
La mezcla de las deyecciones y de la celulosa vegetal constituye el inicio de la formación del humus. Pero, almacenar las deyecciones, sin celulosa, arranca un proceso de destrucción de la materia orgánica. El esparcimiento de los estiércoles es una buena ilustración de la destrucción de los suelos.
Entonces, para reconducir nuestras deyecciones (y también las de los animales) en los ciclos naturales de la formación del humus, tenemos que añadir la celulosa vegetal al momento de la producción de las heces. O por lo menos, antes que se produzca la reacción enzimática espontánea. Para empezar la formación del humus, el agua contenida en la orina es suficiente. Por razones técnicas, se puede añadir un poco de agua, pero mucho menos que lo que contiene las cisternas.
Mi pensamiento científico va mucho más allá del tratamiento de las aguas residuales y del abastecimiento en agua potable. Estas técnicas son sólo el punto de partido de un proceso eficaz para la reducción de los cambios climáticos y la solución definitiva de los problemas de agua en el mundo. Los dos son muy relacionados.
Es a este nivel que he formulado una de las leyes básicas del funcionamiento de la biosfera:
Lxs técnicxs en genio sanitario no parecen realizar el hecho que, al origen de todos los problemas de agua en el mundo (escasez de los recursos, contaminación, sequedad, inundación) se encuentra una gestión incorrecta de la biomasa. Las técnicas de la gestión de las aguas impuestas en todo el mundo no hacen más que perpetuar y agravar los problemas. Las soluciones existen, aunque por ahora, están dejadas aparte, o prohibidas.
Para salir de los problemas de agua en el mundo y de los cambios climáticos (los dos son ínter-relacionados vía la gestión de la biomasa), la primera cosa que hacer sería tener proyectos pilotos para comprobar y mejorar las técnicas de prevención de los problemas en el origen. Con los resultados de estas experiencias, tendríamos que iniciar un programa de gestión sostenible de la biomasa, a escala mundial.
Otra idea que puede ser peligrosa, es de creer que la combustión de la biomasa vegetal puede ser una energía renovable, para sustituir a las energías fósiles. En este debate, cuando adoptamos una visión global de la biosfera, la competencia de la producción agrícola energética con la de los alimentos representa sólo un aspecto menor del problema.
Cuando admitimos la ley básica del funcionamiento de la biosfera, podemos entender el despilfarro medioambiental que representa la producción a grande escala de los bio-carburantes (bio-diesel, bio-etanol, bio-metano) y la combustión de los residuos celulósicos como la paja, los residuos forestales, incluso los pellets que quemamos en las calderas.
No significa para nada que tenemos que renunciar a la valorización energética de la biomasa, pero usarla de otra manera que la combustión directa.
Gracias a las obras del francés Jean Pain, desde hace 50 años, sabemos que del compostaje aerobio de los vegetales se desprende una energía comparable a la que obtenemos por combustión directa. El compostaje, según su método, gracias a unos intercambiadores de calor a distintos niveles, puede producir agua caliente de 35° a 45° durante 3 a 6 meses (a veces más). Este calor de baja temperatura puede perfectamente convenir para la calefacción básica de los edificios. Y en comparación con la combustión directa de los bio-carburantes, después de haber producido energía, el compost se queda disponible para regenerar las tierras y fertilizarlas. Las culturas energéticas actuales no forman parte de un mundo de desarrollo sostenible.
A propósito de la producción de energía por el compost, he formulado la hipótesis basada en las obras de Louis Kervran, según la cual el calor producido no está únicamente debido a la bio-oxidación de la celulosa vegetal, pero que este fenómeno se supone ser conjunto con una fusión fría biológica. Según esta hipótesis formulada por algunas experiencias y observaciones (no publicadas), durante la fotosíntesis, los vegetales absorben más energía solar que la que podemos obtener con combustión directa [3]. Esta energía de fusión fría se puede recuperar sólo con un sistema biológico, con bacterias aeróbicas.
Y si esta hipótesis es falsa, se puede siempre recuperar el calor del compostaje, que es todavía mucho más sostenible que la combustión. La diferencia es que, durante la combustión, la totalidad del carbono se transforma en CO2, y con el compost, se puede mantener la estructura física y biológica natural del suelo.
A propósito de Jean Pain, el método desarrollado en Canadá de la madera rameal fragmentada es una técnica clave para regenerar los ecosistemas deteriorados.
Antes del esparcimiento directo en las tierras, sería más razonable de mojar con agua el MRF y compostarlo para producir energía de baja temperatura. Después de este ciclo energético, una parte del compost se vuelve en el bosque para mantener la producción, y la otra parte se puede usar para fertilizar las tierras agrícolas.
El compost del MRF puede ser útil también en las nuevas plantaciones de bosques en las regiones semi-desérticas.
El método de Jean Pain es sólo una parte de las técnicas de regeneración de los ecosistemas.
Otra clave del dominio de los cambios climáticos es la reconquista de los desiertos. Históricamente, sabemos que varias regiones ahora desérticas, eran, no hace tanto, regiones florecientes con sabanas o tierras agrícolas, o con bosques. El alrededor del mar mediterráneo es un buen ejemplo.
Sabemos también que las interacciones entre el suelo y el clima son reciprocas: el clima hace el suelo y el suelo hace el clima. Entonces, el proceso de desertificación es reversible.
La técnica del francés Paul Moray se puede comprobar a nivel del proceso de desertificación. Su pensamiento es simple: en vez de plantar árboles, tenemos que sembrarlos. Parece muy simple, pero para explicarlo científicamente, es complejo.
Como Jean Pain, Paul Moray era también un autodidacto. Al principio, no conocía nada en el tema de los bosques. Era un profesor de francés que se ha apasionado por la mitología de los árboles y de la etimología de los nombres de los árboles. Durante una excursión en la naturaleza con sus estudiantes, ha tenido una revelación sobre un problema existencial.
En la región árida del Sur de Francia, uno de sus estudiantes le ha llamado la atención sobre un árbol, un melocotonero (durazno), encima de un acantilado rocoso totalmente desértico. Este árbol tenía frutas sin que nadie o nada lo estuviera irrigando. En el valle, estos mismos tipos de árboles podían existir sólo gracias a una irrigación permanente. ¿Cuál era entonces el secreto de este árbol encima del acantilado? Tampoco es un fenómeno muy aislado, hay varios casos similares que se pueden observar.
Intrigado por el fenómeno, acabó por entender que, cuando plantamos semillas, el núcleo de un árbol se descompone en dos gérmenes: uno hasta arriba, uno hasta abajo. Al principio, es el de abajo que crece, y de este nace la raíz dicha « giratoria ». A través de las fisuras de la roca, la raíz crece hasta abajo y busca agua de las capas freáticas. A veces, se puede encontrar hasta 50 metros de profundidad. El germen que va hasta arriba empieza a crecer solamente después del desarrollo completo de la raíz giratoria que ha encontrado agua.
Cuando trasplantamos árboles, seccionamos la raíz giratoria, y el árbol replantado no se puede reconstituir. En las regiones secas, un árbol así replantado puede sobrevivir sólo con la irrigación. Para implantar un vergel o un bosque sobre una loma desértica, quemada por el sol, tenemos que sembrar.
Es fácil decirlo, pero más complejo hacerlo. Paul Moray ha elaborado una técnica de siembro para varias especies de árboles, usando precisamente el compost de Jean Pain. Este método constituye unas de las claves para salir de la desertificación e implantar vergeles, incluso hasta donde las cabras no tienen nada para comer.
A lxs especialistas de los bosques no les gustan las obras de Paul Moray. Los bosques sembrados según su método por lxs alumnxs sobre las eriales industriales fueron sacados por lxs funcionarixs de la Administración de las aguas y de los bosques. Tuvo problemas administrativos y policíacos que acabaron por arruinar su salud. Murió asqueado y solo.
A lo largo de la historia, los bosques se han mantenidos en buena salud, incluso en las regiones secas y habitadas. Desde hace algunos decenios, los incendios destruyen cien mil hectáreas de bosques cada año. Para apagar estos incendios, movilizamos recursos humanos y financieros enormes, con un resultado muy mediocre.
Jean Pain era el primero a poner en evidencia la causa de este desastre y proponer soluciones simples, eficaces y baratas.
¿Porqué estos bosques pudieron mantenerse a lo largo de los siglos y que pasa ahora? La razón es simple. Antes de la industrialización, la población usaba la leña colectada para la calefacción y la cocina. La corta de los árboles era prohibida porque era la propiedad de lxs ricxs. Pero se podía cosechar las pequeñas ramas muertas, y cortar los matorrales al pie de los árboles. Entonces, los incendios estivales eran sólo alimentados por hierba seca, que no tiene un gran poder calorífico para dañar a los árboles. Las zonas de matorrales, necesarias a la fauna del bosque eran muy lejos de los senderos y de los fumadores.
En el Sur de Francia, Jean Pain ha cortado cada año los matorrales en la parcela de bosque que tenia. Hacía un compost y volvía una parte del compost a los árboles, y otra parte se usaba para los cultivos [4]. Las 300 hectáreas de bosque « cultivado » así aparecían en las vistas aéreas como un islote verde en el medio de los bosques destruidos por los incendios. El fuego también pasaba por su parcela, pero sin pequeña leña a su pie, los árboles se quedaban sin quemar.
Así, Jean Pain propuso experimentar su método de gestión a la Administración de las Aguas y Bosques. La aplicación de su método hubiera podido reducir los incendios y salvar los bosques amenazados. Pero, como para Paul Moray, las reacciones de lxs funcionarixs fueron sólo hostilidad, problemas administrativos y policíacos. Se murió igualmente en la miseria y la incomprensión de todxs. (NB: El mismo sorteo para Louis-Claude Vincent, el creador de la bio-electrónica).
El centro de mi pensamiento es la sostenibilidad del mundo [5]. No tengo ninguna pretensión de conocer todas las técnicas para regenerar los ecosistemas. Sólo puedo decir que encontré como distintas técnicas de unos genios mal reconocidos (Louis-Claude Vincent, Paul Moray, Jean Pain y Louis Kervran) aparecen complementarias. Las ideas de estas personas se pueden juntar para inventar nuevas soluciones para el desarrollo sostenible.
Estamos acostumbradxs a decir que los cambios climáticos son debidos al rechazo de los gases con efectos invernaderos, por la combustión del petróleo, del gas natural y del carbón. Es verdad, pero olvidamos muy a menudo que la gestión incorrecta de la biomasa tiene por efecto el rechazo de gases a efectos invernaderos y sobretodo suprime los pozos de carbono. No quiero negar la gestión incorrecta de la energía, pero sólo digo que la destrucción sistemática de la biomasa tiene una contribución también muy importante.
Entre las técnicas de destrucción, podemos citar:
En este estado actual, es urgente poner en práctica un programa mundial de la gestión de la biomasa. Las técnicas simples, eficaces y baratas existen, pero falta una voluntad política. Actualmente, no hacen caso de esas técnicas, o peor, son prohibidas.
Un programa mundial de gestión de la biomasa costaría menos que todo el dinero invertido en la construcción de canales de irrigación, de embalses, y de sistemas de depuración. Si la política sabía realmente encargarse de las técnicas de regeneración de los ecosistemas, y sabía como prevenir los problemas al origen, podríamos sacar el mundo de sus problemas de agua en menos de dos generaciones (unos 50 años). En el mismo tiempo, podríamos reducir las consecuencias catastróficas del cambio climático.
[5]
Desde que presenté mi trabajo en la Comisión de las Aguas en Walonie en los años 1980, tuve que esperar casi 25 años para que algunxs especialistas empiecen a descubrir de nuevo lo que decía y escribía durante años. Y eso, sin que ningunx decidorx escuche.
Pero, en enero 2009, Le monde diplomatique (El mundo diplomático, un periódico francés) ha publicado un artículo sobre « Los nuevos paradigmas del agua ». En este artículo, el autor expone dos elementos claves de la gestión sostenible del agua: los servicios sin agua, y « el agua de calidad inofensiva »; es decir un agua de grifo sin tratamiento químico. Eso es un paso en la buena dirección, pero ¿cuánto tenemos que esperar más para que lxs científicxs se den cuenta de la evidencia de « EAUTARCIE »? ¿¿Cuánto hay que esperar para darse cuenta del absurdo de la depuración que practicamos actualmente, sino que imponemos al mundo entero?? ¿Cuándo lxs decidorxs van a darse cuenta que tienen en sus manos la posibilidad de reducir los cambios climáticos y de restaurar los ecosistemas del mundo?
Para seguir la lectura, ir a la página sobre el eco-consumo del agua.