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Es interesante leer un testimonio de Andalucía sobre los beneficios de «Eautarcie» en región seca.
Primera publicación del texto de esta página sobre www.eautarcie.com: enero 2003
La adaptación hispana del texto original y primera publicación de este pagina sobre www.eautarcie.org: 2013-09-25
Actualización : 2013-10-06
Muchxs ecologistas consideran, con razón, que el uso de un sanitario seco es uno de los pilares de la conciencia ecológica. No obstante, los argumentos que suelen esgrimir para defender su punto de vista no están del todo completos.
La defensa de los sanitarios secos gira en torno a dos ideas fundamentales: la contaminación generada por los retretes y el despilfarro de agua potable con las cisternas. Lejos de pretender negar la importancia de esta argumentación, debemos constatar que sólo se trata de dos aspectos secundarios de un problema mucho más amplio que afecta hasta la gestión sostenible del agua y de la biomasa en el mundo. Desgraciadamente, lxs defensores de los sanitarios secos no abordan esta cuestión.
Las ONG que trabajan en países en vías de desarrollo reclaman, a veces de forma involuntaria, los váteres presentándolos como «el ángel guardián de la salud». La instalación de letrinas (enormemente contaminantes) aparece entonces como la solución de emergencia esperando la llegada de los retretes, el alcantarillado y las depuradoras. Las soluciones para un mundo sostenible son muy diferentes, incluso en los países en vías de desarrollo.
Gracias a todas las conversaciones que he mantenido con fabricantes y promotores de sanitarios secos he entendido hasta qué punto las dos ideas fundamentales previamente mencionadas han frenado, y siguen haciéndolo, la expansión de estos sanitarios. «El infierno está plagado de buenas intenciones». Esta frase es la que mejor describe la situación.
Los obstáculos se sitúan a distintos niveles:
En resumen, los sanitarios secos comerciales destinados al público son relativamente cómodos pero demasiado caros. Además su balance de carbono es, cuanto menos, cuestionable. Lxs partidarixs del «todo-a-la-alcantarilla» tienen todavía ante sí una época de bonanza, antes de que llegue la toma de conciencia ante el crimen medioambiental que se está cometiendo. Es triste decirlo, pero a causa de una falta de apertura científica, lxs que más perjudican a los sanitarios secos son lxs mismxs que los fabrican y venden.
Mis conversaciones con lxs fabricantes y comerciantes de sanitarios secos se convierten con rapidez en diálogos de besugos. Incluso ante hechos analíticos se aferran a soluciones técnicas científicamente anticuadas y, en el peor de los casos, perjudiciales. Prefiero enfrentarme a lxs técnicxs académicxs del ámbito de la salud, que siempre acaban por admitir el buen fundamento de mi argumentación. Entre científicxs siempre nos entendemos mejor, incluso estando en campos distintos. Cuando estxs compañerxs han agotado todos los argumentos científicos, esgrimen el argumento supremo de las exigencias legales en materia de saneamiento y depuración. No se dan cuenta de que ellxs mismxs, a través de sus consejos como expertxs para lxs legisladores, son lxs que crean las leyes en vigor. Sin embargo, con lxs ecologistxs, al menos con lxs que no han sabido ir más allá de las soluciones clásicas, la conversación se acaba rápidamente ya que, a menudo, trabajan a nivel emocional.
Un fabricante danés de sanitarios secos declaró un día en una conferencia organizada por un arquitecto de Bruselas que «los animales no tienen por qué defecar y orinar necesariamente en el mismo lugar». Así, el hecho de separar los dos «productos» se convierte en algo completamente natural. Esta justificación carece de datos científicos.
Deberíamos empezar por admitir que si separamos las dos materias es simplemente porque nos resulta técnicamente más cómodo: permite espaciar los vaciados de los depósitos. La orina, más fácil de almacenar en un depósito a parte, constituye el 90% de nuestras deyecciones. Por otra parte, las heces secadas ocupan poco espacio. A partir del momento en el que la orina se evacúa del baño, se pueden esperar varios meses para sacar la poca materia sólida que queda. Gracias a este truco el uso del sanitario seco se parece al de un WC. La persona que lo utiliza de forma esporádica no nota prácticamente diferencia alguna. Además las nuevas tecnologías acuden al rescate: el depósito para la orina se reviste con silicona para que los líquidos no adhieran; así la orina puede desaparecer sin dejar rastro. El objetivo marcado por lxs constructores está cumplido: nuestros excrementos son evacuados fuera de nuestra vista. Podemos seguir ignorando el problema.
El compostaje interno en un depósito situado bajo el sanitario viene siempre de nuestro afán por evitar ocuparnos de nuestras deyecciones. Desafortunadamente es imposible alcanzar las condiciones aeróbicas necesarias para un compostaje correcto dentro de un depósito o de una fosa. El verdadero compostaje se realiza en el mismo suelo, en simbiosis con la fauna que lo habita. Toda fermentación anaeróbica, inevitable en los depósitos, elimina nitrógeno y buena parte del carbono al proceso de formación del humus y, además, libera nitratos y amonio que resultan contaminantes.
El precio que debemos pagar por este confort intelectual es, por desgracia, bastante alto, tanto a nivel técnico y financiero como ambiental.
A nivel técnico, la separación de la orina conlleva necesariamente el problema de los olores que requiere soluciones complejas y costosas. Como veremos con el sanitario seco biocontrolado o SSB, la clave para controlar los olores de la forma más simple se haya precisamente en la unión de la orina y la materia fecal con el material secante. Cuando separamos las heces y la orina los olores surgen por ambas partes y para eliminarlos necesitamos un sistema de tuberías y de ventilación forzada. Un sanitario seco clásico como el Clivus Multrum ocupa el espacio de un cuarto en una vivienda e implica una obra de suelo, techo y tejado. Este sistema de ventilación debe funcionar las 24 horas; en caso de un apagón, o de un problema con la electricidad, los olores y las moscas no tardarían en aparecer. Hay que tener muy claro que se quiere este sistema, cuya instalación cuesta fácilmente unos 5.000 € (no sólo ocupa un espacio importante de la casa, también el costo de su instalación es elevado) y consume entre 100 y 200 euros de electricidad al año. Si lxs usuarixs, de buena fe, se tomaran la molestia de estudiar el impacto ambiental de su sanitario, no tardarían en acudir al fontanero-plomero más cercano para pedirle que instalara un retrete clásico con un buen sistema de depuración.
Con respecto a la separación de la orina es pertinente destacar la salida al mercado de un nuevo sanitario seco llamado «Nonolet» (de non-eau-toilette en francés, baño-sin-agua). Es una especie de intermediario entre la segunda y la tercera generación de sanitarios secos. Con el fin de espaciar los vaciados se separa la orina en un depósito a parte. El cubo del sanitario viene con una bolsa biodegradable agujereada en el fondo para permitir la evacuación de la orina. Después de cada uso se cubren las deyecciones con algo de material secante (hecho con papel reciclado) y se prensa el conjunto con un disco denominado «prensa-papeles». Se recomienda verter de vez en cuando un poco de agua sobre todo el conjunto prensado. Cuando la bolsa está llena se tira a la basura o se lleva al compost.
Para el control de los olores la Nonolet sigue el principio de la SSB: cubre las deyecciones con celulosa vegetal (el papel secante) previamente humedecida. Lxs partidarixs de este tipo de sanitario afirman que la orina es la fuente de los malos olores y que por eso es preferible evacuarla, cuando es precisamente la orina la que impregna la celulosa permitiendo así controlarlos. Para sustituir la orina evacuada lxs diseñadores de la Nonolet recomiendan añadir agua. Por lo visto no han debido de darse cuenta de que el olor desaparece mejor al orinar en el papel secante que vertiendo agua.
La ventaja de la Nonolet es el control de los olores sin necesidad, en principio, de ventilación. Conserva, sin embargo, el carácter contaminante de todos los sanitarios secos de separación al utilizar la orina diluida en el jardín. De hecho, casi el 80% del nitrógeno de nuestras deyecciones se encuentra en la orina, ¡la pérdida es enorme! El papel secante es más caro que la mezcla corriente, por no mencionar los impactos ambientales de su fabricación. Cuantos apaños, complicaciones y daños ambientales por no tirar un puñado de serrín en un cubo y después vaciarlo en el compost.
Prácticamente todos los sanitarios secos comercializados funcionan siguiendo el mismo principio [4]. Si consultamos los catálogos de este tipo de baño, comprobaremos la discreción con la que se trata el qué hacer con la orina. Lo más chocante es que se llama «compost» a un producto que no son más que heces secas. Desde el momento en el que separamos la orina, el compostaje de materia sólida se complica. Cuando mezclamos estas materias con turba, sólo se produce, en el mejor de los casos, una especie de maduración por desecación, pero en ningún caso habrá formación de humus.
Lxs diseñadorxs y vendedorxs de sanitarios secos no deberían tener el «privilegio» de la ignorancia acerca de la naturaleza del humus. A menudo, durante conversaciones con profesionales del ámbito sanitario, me encuentro sorprendido ante el tamaño de su desconocimiento en materia de edafología (estudio de los suelos), disciplina esencial para conocer los impactos ambientales de la depuración. Una de estas personas se sorprendía ante mi reticencia a la recuperación de los lodos residuales para un uso agrícola. Según él «éstos lodos también contienen materia orgánica «idéntica al humus». «Así, el nitrógeno extraído de las aguas fecales con los lodos residuales se devuelve al suelo en forma de humus. La depuración colectiva es un factor clave en el mantenimiento de la fertilidad de nuestros terrenos agrícolas». Es muy sencillo demostrar que este razonamiento es completamente falso, incluso obviando el contenido de estas aguas en metales pesados. El problema es que también lxs ecologistas o lxs vendedorxs de sanitarios secos respaldan esta opinión científicamente indefendible. La difusión de estas ideas constituye uno de los obstáculos más importantes frente a la toma de conciencia generalizada del desastre ambiental cometido por el saneamiento practicado (por no decir impuesto) actualmente.
La orina se almacena en un depósito donde el nitrógeno orgánico se transforma bastante rápido en iones de amonio gracias a una enzima presente en la orina [5], Esto explica el olor de amoniaco (NH3) de la orina que ha pasado algunas horas en un orinal o en un cubo higiénico. Teniendo en cuenta que aproximadamente el 80% del nitrógeno orgánico de nuestras deyecciones se encuentra en la orina, se puede entender la importancia de lo que suceda con la orina para el medio receptor.
De hecho el nitrógeno, cuando se encuentra en el amoniaco, sólo puede seguir el camino de la oxidación. Así se forman iones nitritos (NO2-) especialmente tóxicos que se oxidan en nitratos (NO3-). La orina almacenada en el depósito del sanitario se convierte en un concentrado de amonio que contiene iones de nitritos y de nitratos
Lxs fabricantes de sanitarios secos recomiendan utilizar esta orina para regar las plantes tras haberla diluido ocho veces. Después de haber añadido ocho veces agua para diluir la orina unx se pregunta dónde está el ahorro de agua del que se presume a la hora de justificar la instalación de estos sanitarios. El verdadero problema reside en el proceso de percolación y de oxidación del amoniaco contenido en la orina. Bajo forma amoniacal (NH4+) el nitrógeno se infiltra de manera todavía más rápida [6] en la capa freática que bajo su forma nítrica, provocando una contaminación particularmente dañina. Los iones de amonio presentes en el líquido esparcido por la superficie se oxidan y se convierten en nitratos. Estos tienen, sin ninguna duda, un poder fertilizante y actúan como abono químico, pero de una manera algo más nociva puesto que contienen, además, iones nitrito (NO2-) que son más tóxicos. Por tanto, afirmar que la orina almacenada y diluida puede ser empleada en el jardín sin causar daños sólo puede justificarse con la ignorancia tanto de los procesos físico-químicos que se producen en la orina almacenada como de las reacciones que rigen la vida del suelo.
En resumen, esparcir orina por el jardín no es muy diferente de esparcir estiércol de un criadero, teniendo en cuenta que las heces disecadas también terminan ahí. Normalmente el esparcimiento de orina está sujeto a la misma regulación que el del estiércol de los criaderos. La cantidad de nitrógeno (N) contenido en el estiércol que se esparce no puede superar los 200 kg por año y por hectárea (en Europa). Así, para poder esparcir los 5 kg de nitrógeno contenidos en la orina y las heces «producidas» por una persona durante un año haría falta un jardín de al menos 250 m². Una familia de 4 personas debería entonces tener un jardín de 1000 m². Una superficie inferior iría en contra del reglamento.
En lo que respecta a la dilución de la orina previa a su utilización en el jardín ya hemos comprobado que el ahorro de agua es menos importante de lo que se dice. Esta idea nos conduce a otra todavía más grave: el objetivo principal del sanitario seco no es ahorrar agua sino evitar su contaminación. Sin negar este aspecto hay que destacar que la orina esparcida por el jardín puede contaminar más nuestras reservas de agua potable que una depuración convencional de las aguas fecales. El colmo de este error es el convencimiento de que una buena depuración de las aguas fecales repara los daños causados por el uso del retrete clásico. Este es, sin lugar a dudas, el error con las consecuencias más graves. Lleva a las personas comprometidas con el medioambiente hacia sistemas de depuración de aguas mediante plantas. Debemos insistir una y otra vez en que no existe una manera correcta para depurar las aguas fecales. El daño se produce desde el momento en el que tiramos nuestros excrementos al agua para después depurarlos. Este daño es irreversible[7].
Uno de los argumentos de lxs partidarixs de los sanitarios de separación consiste en afirmar que «el público no está todavía preparado para aceptar el uso de un sanitario seco como el baño seco biocontrolado». La gente necesita un sanitario con un funcionamiento lo más parecido posible al de un W.C. Con todo, el camino hacia una gestión sostenible de las aguas residuales no implica necesariamente el abandono de las costumbres ni el cambio obligatorio hacia el baño seco biocontrolado. Los que prefieran el W.C clásico pueden conservarlo y no por ello destruir el medioambiente; pero entonces la transición hacia la gestión sostenible del agua pasa a ser competencia de las autoridades municipales o regionales. Además, si se vive en un piso en la ciudad no cabe plantearse el uso de un sanitario seco. Sin embargo, en zonas rurales y periurbanas el baño seco biocontrolado supone la solución más racional y más respetuosa con el medioambiente. El cambio hacia el sanitario seco de separación es una solución que contamina casi tanto como el váter clásico.
Si aplicamos los principios de SAINECO ( SANeamiento ECOlógico) a todos los lugares donde no se pueda o no se quiera instalar un baño biocontrolado, se podría utilizar un modelo de W.C con cisterna. Sobre este tema se recomienda ver el vídeo titulado «El final del todo-a-la-alcantarilla» (La fin du tout à l'égout ) en la página de inicio en francés. Aunque el uso del sanitario biocontrolado sea la solución más razonable a largo plazo, su uso no será obligatorio ni siquiera en zonas periurbanas y rurales. Los ayuntamientos organizarán la recogida selectiva de los efluentes de los W.C (dotados con una cisterna de ahorro) vertidos en una fosa que se podrá vaciar. La materia se enviará a centros de impregnación y de compostaje. Las aguas grises allí producidas se usarán para el riego de los jardines o para alimentar la capa freática gracias a un sistema de dispersión. En las zonas rurales o periurbanas las alcantarillas no recogerán más aguas grises, únicamente se ocuparán de las aguas fluviales.
Después de este análisis el lector o la lectora puede preguntarse, con toda la razón, qué debe hacer puesto que los retretes clásicos son desaconsejables y algunos tipos de sanitarios secos actualmente comercializados son también nocivos para nuestro entorno.
Para responder a esta pregunta debemos:
La ley básica |
Cada kilogramo de biomasa vegetal y animal que no se reincorpora al proceso de formación de los suelos debilita la capacidad de producción del ecosistema y se convierte en una amenaza de contaminación del agua y/o del aire. La consecuencia es una perturbación de los grandes ciclos naturales, como el del nitrógeno, del fósforo, del carbono o el del agua. |
Biomasa vegetal | Biomasa animal |
Madera, hojas secas, paja, tallos… | Restos de animales, deyecciones animales y humanas |
Rica en carbono, pobre en nitrógeno | Rica en nitrógeno, pobre en carbono |
Relación carbono/nitrógeno (C/N): alta (hasta 300) | Relación carbono/nitrógeno (C/N): bajo (alrededor de 7) |
Una gestión del agua y una producción alimentaria sostenibles no son posibles sin una asociación juiciosa de estos dos tipos de biomasa y sin su reintroducción en los procesos de formación de los suelos. |
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Al contrario: la movilización y la introducción de toda la biomasa disponible en el proceso de formación de los suelos sacaría al mundo de sus problemas de agua y de hambre en menos de dos generaciones sin tener que recurrir a cantidades importantes de dinero. |
Cuando examinamos las causas de todos los problemas relativos al agua que se encuentran hoy por el mundo, descubrimos que todo deriva de decisiones erróneas en materia de gestión de la biomasa. La destrucción masiva de ésta, con el pretexto de la «recuperación energética» o de la «depuración», está desequilibrando cada vez más la biosfera. Incluso una parte bastante importante del cambio climático deriva de esta gestión incorrecta de la biomasa.
La biomasa fecal humana se encuentra lejos de ser una «cantidad despreciable». El nitrógeno contenido en las deyecciones de la humanidad representa el 40% del nitrógeno empleado en la agricultura a nivel mundial. En el reino animal terrestre (grandes animales) la biomasa humana se sitúa en segundo lugar, después de los bovinos y antes de los porcinos. Cuando nos planteamos una gestión sostenible de la biosfera, la destrucción masiva de las deyecciones humanas con el pretexto de «depuración» es una forma de suicidio colectivo. En este sentido, el principio de depuración de las aguas fecales, sea cual sea el sistema empleado, es incompatible con el concepto de desarrollo sostenible[8].
Para entender mejor esta idea se recomienda leer el apartado sobre La importancia del humus en el capítulo dedicado a los elementos del saneamiento ecológico.
Para satisfacer las exigencias de esta ley básica debemos buscar las soluciones técnicas que nos permitan reintroducir nuestras deyecciones junto con la biomasa vegetal en el ciclo de formación del humus. El sanitario seco biocontrolado (SSB) representa una de las posibles respuestas a esta premisa. La otra se dirige hacia la recogida y el tratamiento selectivo de las aguas fecales y de las aguas grises.
En resumen, ¿qué debemos replantearnos en cuanto a nuestra relación con nuestros excrementos? Debemos admitir de una vez por todas que nuestras deyecciones no son desechos que debamos depurar, sino una parte muy importante del ecosistema que nos permite vivir. Nuestra alimentación viene de la tierra y nuestras deyecciones deben, por tanto, volver a ella. Con el fin de no cometer errores irreparables debemos conocer bien este proceso de reintegración.
Para ello lea el siguiente capítulo sobre Nuestra relación con nuestras deyecciones.